En la huerta abundan los perales, cada uno con una variedad distinta de pera, algunas excelentes, otras duras como piedras pero aptas para mermeladas o compotas. Entre tanto árbol resulta casi imposible no tener algo que cosechar.

 

Uno de los laureles, junto al pozo.

 

Las castañas son estupendas.



Uno de los castaños en invierno.



Uno de los tilos y su lado el hórreo pendiente de renovación.

 

La reina del pazo, la flor de la camelia.



La camelia en todo su esplendor. Florece desde diciembre hasta marzo, en una época en la que pocas flores se atreven a asomarse.


Los tres magnolios en la parte norte de la finca.
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Y su flor, con un aroma increíble.

 


Dos de los avellanos son verdaderos árboles, aunque en la foto no se aprecia. Y las avellanas son tremendas.


La higuera ya nos da algunos higos después de haber sufrido una poda más que drástica.



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